Las empresas fintechs de remesas conquistan a los migrantes latinoamericanos

A inicios de la pandemia, el Banco Mundial pronosticó una fuerte caída de las remesas internacionales, con un histórico descenso del 20%. Sin embargo, a pesar de la crisis económica, las predicciones no se cumplieron y en algunos países las remesas incluso crecieron.

Para poder enviar dinero a sus familias en medio de confinamientos y acceso limitado a las agencias de remesas, los migrantes latinoamericanos recurrieron a métodos creativos y apostaron por los servicios digitales de las grandes empresas de remesas y de nuevas fintech.

Se estima que 5,5 millones de venezolanos y 42,7 millones de migrantes latinoamericanos son los principales consumidores de servicios de remesas internacionales al enviar dinero a sus familiares. Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en promedio, los migrantes envían a casa el 15% de sus ingresos y, una de cada nueve personas en el mundo (alrededor de 800 millones de personas) se beneficia de estos flujos.

Solo en 2019, según datos del Banco Mundial, los flujos mundiales de remesas ascendieron a un total de USD706.000 millones, de los cuales USD551.000 millones llegaron a países de ingresos bajos y medianos. En América Latina, las remesas constituyen una fuente importante de ingresos, particularmente para las familias pobres, y, en muchos casos, constituyen al menos el 60% de su previsión.

A pesar del golpe económico causado por la crisis sanitaria, las remesas no sólo subsistieron durante el año, sino que, en ciertos casos, fueron mayores que lo usual. Por ejemplo, el flujo de remesas a México aumentó un 9,4% en los primeros ocho meses del año, según datos del Banco de México.

Para muchos expertos, estas cifras demuestran el comportamiento altruista de los migrantes hacia su familia y comprueban la hipótesis de que las remesas tienden a ser anticíclicas, se incrementan cuando la situación del país de origen del migrante empeora. Además, con la disminución de opciones para realizar las remesas, los migrantes han optado por vías heterodoxas para enviar dinero y recurrieron a canales digitales.

El método más popular es el de los operadores tradicionales de transferencia, que son empresas que recogen el dinero en efectivo en el punto de venta y lo abonan al receptor en el país destinatario. Este canal representa más del 90% de todas las transacciones de remesas del mundo, pero al emplear agentes en los dos extremos de la transacción se convierte en un servicio caro y restringido.

Según el Banco Mundial, el promedio del costo para enviar USD200 a América Latina es del 5,97%, menor que el promedio global (7,45%), pero mayor que el 3% recomendado por los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Además, el precio es mayor en los países de menores ingresos de la región.

“El miedo a contagiarse al Covid-19 por el manejo de efectivo o por la visita a una sucursal, llevó a los usuarios de servicios de remesas a adoptar nuevas soluciones mediante el uso de tarjetas, apps móviles y soluciones fintech”, afirma Andrés Fontao, Co-Fundador y Managing Partner de Finnovista.

Fuente: América Economía/Finnovista

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