¿Cómo analizar el riesgo que plantea el coronavirus para los inversores?

Por Didier Saint-Georges, Miembro del Comité de Inversión Estratégica en Carmignac

Resulta muy posible que la labor generalizada de contención de Covid-19 mediante la aplicación de medidas de aislamiento permita acotar su propagación en el plano temporal, a falta de haber logrado su contención en el plano espacial. No obstante, incluso en el supuesto de que estas medidas logren su propósito, el problema radica en que conllevan una profunda disrupción de la actividad económica y social, con la esperanza de que ello perturbe aún más las dinámicas de transmisión del patógeno. Desde el punto de vista del crecimiento, el riesgo estriba en elegir limitar voluntariamente la actividad económica por razones de salud pública.

Ante la incógnita que plantea la magnitud que podría alcanzar la expansión de una pandemia, la opinión pública exige que sus dirigentes apliquen medidas sumamente contundentes, con independencia del coste económico asociado. Los Gobiernos se ven así conminados a actuar, por lo que al desafío sanitario se suma el reto político de demostrar la capacidad de las democracias para gestionar con eficacia una epidemia a todas luces muy activa, después de que el régimen chino lo hiciera, aunque tardíamente.

En la actualidad, ya no es ningún secreto que la gestión del riesgo de deflación por parte de los bancos centrales desde la gran crisis financiera de 2008 ha tenido unos efectos positivos limitados en el crecimiento económico y que, en cambio, ha contribuido a que los mercados bursátiles registren una subida de proporciones históricas. Al provocar una caída constante de las rentabilidades de los activos de renta fija de menor riesgo, los bancos centrales han incentivado a los inversores para que se centren cada vez más en los activos de mayor riesgo, con las acciones y la deuda corporativa como punta de lanza.

De entre todos los mercados bursátiles impulsados por unas políticas monetarias muy favorables, los mercados estadounidenses se ven favorecidos por una ventaja evidente, el nuevo recorte de 50 pb decidido en fechas recientes por la Fed resultará beneficioso para una economía estadounidense que ya de por sí se muestra globalmente más dinámica que la del resto de regiones, el Gobierno podrá seguir financiando con facilidad un déficit presupuestario que ronda ya el 5 % del PBI y el éxito inmediato de la política comercial de Trump atrae al capital extranjero, que se invierte aún más en los activos estadounidenses.

Por primera vez desde 2008 en el caso de Estados Unidos y desde 2012 en el de Europa, asistimos al riesgo de sufrir una perturbación económica marcada y repentina que pondrá a prueba con gran contundencia la eficacia de los remedios habituales. Debido a que la economía depende de los mercados, aunque solo sea por la importancia del efecto riqueza y de la confianza, la credibilidad de los Gobiernos y de los bancos centrales resultará rápidamente decisiva.

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