Las fintech están revolucionando la forma de entender, crear y prestar servicios financieros en los tiempos modernos, aportando nuevas ideas y renovando la fórmula tradicional del sector a través del uso de tecnologías de la información, aplicaciones móviles y el big data.
En esta carrera de crear productos financieros innovadores, Latinoamérica no se ha quedado atrás y se ha mostrado como terreno fértil. En los últimos años, el emprendimiento fintech latinoamericano ha crecido un 60% y captado la atención de inversionistas y corporaciones internacionales.
México, Brasil y Colombia encabezan la lista de países con startups dedicadas al sector, otros como Argentina, Chile y Ecuador se han sumado recientemente. Y estas cifras no son estáticas, desde 2018 han crecido de forma exponencial y llamado la atención de actores extranjeros (como las aceleradoras de Silicon Valley y fondos de inversión).
La explosión de las startups fintech latinoamericanas se debe en gran medida a que hay un aumento de tecnologías escalables y fácilmente accesibles, lo que permite a los fundadores probar sus ideas de manera más rápida y asequible, existe un incremento de consumidores de tecnología móvil, un mercado transfronterizo (Cross-Border), y una sana competencia hasta ahora.
A estas características se suma el entorno en el que se están gestando las fintech, en América Latina comienzan a ser una una gran solución frente a problemas financieros como la falta de soluciones crediticias para el consumidor promedio y la economía informal. Además, la gente suele desconfiar de las instituciones financieras y de su gobierno local, por lo que todavía existe una fuerte dependencia del dinero en efectivo.