En el mundo de negocios actual, las empresas necesitan operar con gran agilidad, innovar y ser resilientes, así como contar con un entorno de TI capaz de adecuarse a las demandas del mercado y del propio crecimiento del negocio.
Dicha capacidad de respuesta puede verse un tanto frenada si una organización ejecuta sus aplicaciones internamente a pesar de poseer una gran cantidad de recursos en hardware, software e infraestructura. Todo esto puede ser costoso y complejo mantener, y requiere actualizaciones regulares, así como asesoría técnica especializada y dedicada.
Ante este escenario, la nube se está consolidando como una alternativa cada vez más viable para crecer y prosperar, además de contar con la flexibilidad necesaria para adaptarse lo más rápidamente posible a las condiciones imperantes en el mercado, influenciada directamente por factores económicos, sociales, políticos e incluso sanitarios.
Hoy, las empresas de prácticamente todas las industrias están migrando aplicaciones, cargas de trabajo y procesos a la nube, y la analítica no está siendo la excepción. De acuerdo con IDC, la nube ya es el modelo de implementación preferido para las aplicaciones empresariales. Las organizaciones están utilizándola para optimizar sus operaciones y desarrollar resiliencia gracias a su alta disponibilidad y beneficios para la continuidad del negocio.
Migrar la analítica a la nube puede abrir la puerta a capacidades poderosas como resolver los problemas más intrincados, tomar las mejores decisiones posibles y descubrir oportunidades que de otro modo pasarían desapercibidas. Específicamente, son tres los principales beneficios, una mayor agilidad, mayor innovación y menores costos.
Evidentemente, aún existe cierto debate respecto a llevar las aplicaciones críticas a la nube o dejarlas on-premise debido a aspectos como regulaciones, conectividad y velocidad de las redes, así como la seguridad. No obstante, a medida que las organizaciones van teniendo más experiencia en ejecutar sus aplicaciones desde la nube y se dan cuenta de que la seguridad sigue robusteciéndose, su confianza se incrementa.
Otra consideración es, asimismo, de qué manera se lleva a cabo un movimiento de tal magnitud e importancia. En SAS hemos identificado una serie de modelos específicos que podrían servir como guía, y para lo cual trabajamos de forma coordinada con las empresas que han iniciado el trayecto.
Por un lado, está la opción de trasladar las aplicaciones ‘tal cual’ de los sistemas empresariales a un servicio de nube, con la certeza de que seguirán operando y desempeñándose de manera óptima. Un segundo modelo es hacer los cambios necesarios a las aplicaciones para que mejoren su desempeño en la nube; esto es, replantearlas de una plataforma a otra, conservando su capacidad y funcionalidad originales.
Finalmente, la aplicación se recrea o se reescribe en la nueva plataforma nativa a fin de garantizar que cumpla con las especificaciones y propósito para el cual fue implementada por el negocio en primer lugar. Es importante enfatizar que el punto de inicio para migrar la analítica a la nube es identificar con qué recursos analíticos se cuenta actualmente y hacer un inventario completo de los datos, programas y usuarios.
Al hacer un buen manejo de los datos y el uso que se hace de ellos, así como tener una buena disciplina respecto a la gestión de modelos analíticos, es posible determinar mejor cómo dar formato, migrar y acceder a esos datos en la nube.
Por Héctor Cobo, VP de SAS para México, Caribe y Centroamérica