Argentina: El COVID-19 modificó las prioridades de la política económica y social

La urgencia por establecer medidas de protección ante la llegada del COVID-19 modificó las prioridades de política económica y social. Ahora bien, el espacio fiscal con el que cada economía enfrenta estos desafíos es muy diverso, en el caso de Argentina, es muy limitado.

De hecho, la pandemia encontró a la economía local, una vez más, intentando resolver su escenario fiscal y de deuda para los próximos años. En este sentido, la manera en que se resuelvan estos escenarios puede generar trayectorias de mediano y largo plazo muy diversas para la economía local. El pasado 22 de mayo venció el plazo para realizar el pago de US$ 503 millones correspondiente al vencimiento de intereses de bonos globales, cuya fecha inicial había sido en abril.

Pero el gobierno anunció que continuarán negociando con los acreedores, con la intención de alcanzar un acuerdo. El hecho de que se alcance o no un acuerdo en la renegociación con los bonistas no es indiferente para el devenir del futuro de la economía argentina, particularmente en el actual escenario de Covid-19.

El resultado fiscal se verá fuertemente impactado por el incremento en los gastos, como consecuencia de las medidas para compensar los ingresos de buena parte de la población y auxiliar a las empresas, como así también por la disminución en los ingresos fiscales, que se ven afectados por la caída de la actividad. La financiación de este engrosamiento significativo en el déficit fiscal primario genera grandes interrogantes.

Por esto, el resultado de la renegociación de la deuda es clave porque bifurca caminos, es posible conjeturar sobre algunos. Si analizamos dos variables: acuerdo con los acreedores y plan económico podemos establecer cuatro escenarios.

En el escenario en que el gobierno logre acordar con los acreedores una renegociación de la deuda, se esperaría que no haya que realizar pagos significativos en el transcurso de los próximos años y, al mismo tiempo, se abriría cierta posibilidad de acceder al mercado voluntario de deuda a tasas razonables para financiar la expansión fiscal de corto plazo. Ahora bien, la trayectoria de la economía a mediano y largo plazo no dependerá ya del resultado de una negociación con el exterior, sino en función de las respuestas de política económica que se tomen.

Si adicionalmente se establece un programa macroeconómico integral, con una trayectoria al equilibrio fiscal y con cambios estructurales que permitan una recuperación sostenida de la confianza y la inversión y un mayor dinamismo del comercio exterior (sujeto a los eventos de la pandemia), sería posible delinear un escenario de relativamente rápida recuperación y posterior crecimiento.

Por el contrario, un escenario de acuerdo con los acreedores que permita cierto acceso al mercado de crédito, mermando la necesidad de emisión, pero que no se conjugue con un plan sostenible que lleve a un sendero sostenido de mayor inversión, podría favorecer un cierto equilibrio de las variables macro y la recuperación, pero en el mejor de los casos llevaría a un crecimiento económico muy por debajo del potencial y con ciclos de volatilidad que, como en el pasado, podrían verse incrementados por los procesos electorales.

En cambio, si el gobierno no logra acordar con los acreedores externos, por definición no habría pagos de deuda al exterior (al menos no en el corto plazo) pero, al mismo tiempo, tampoco habría posibilidad de acceso al mercado voluntario de deuda. Aquí, las posibilidades de mediano plazo también se bifurcan. Desarrollar un programa económico acotado, defensivo, de administración de los flujos, o avanzar sin programa ni ajustes.

El contexto internacional, a diferencia de lo acontecido en la primera década del milenio, hace que este primer escenario pueda resultar en un grado de esfuerzo y exigencia que ponga en tela de juicio el sostenimiento social.

En el segundo escenario, la única fuente de financiamiento de un déficit que crece es la emisión monetaria, aumentando la presión sobre la brecha cambiaria y el nivel de precios, lo que, a mediano plazo, alimenta la carrera de devaluación y aumento de precios, con consecuencias ya conocidas en la historia local.

El movimiento del precio de los bonos argentinos de los últimos días permite inferir que las negociaciones continúan y que no se descarta que se pueda llegar a un acuerdo. De confirmarse las señales del mercado, restaría, entonces ver cuáles serán las opciones de política que se adopten a partir de allí.

Por José María Segura, Economista Jefe de PwC Argentina

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