Por Marilu López, Presidenta de DAMA Capitulo México
Aún cuando el concepto de banca abierta nace en europa con los estándares PSD2 (Payment Services Directive) y el Open Banking del Reino Unido, las iniciativas para buscar ofertar servicios financieros más allá de la infraestructura tradicional de bancos convencionales, han proliferado por todo el mundo, viéndose sujetas a las jurisdicciones de cada país. En muchos casos, se empiezan a ver propuestas que cruzan industrias, más allá de los servicios financieros. Todas las iniciativas de Open banking pueden clasificarse en dos grandes grupos, impulsadas por el mercado o las impulsadas por las regulaciones.
Ante esta tendencia de propagación de Fintechs, utilizando datos de los bancos éstos han elevado su queja en sentido de percibir falta de reciprocidad, aún cuando no es claro cómo podrían utilizar los datos transaccionales de los nuevos prestadores de servicio, si éstos estuvieran disponibles. En la UE, el GDPR ha incluido el tema de portabilidad de datos, sin especificar si esto debe ocurrir en tiempo real, lo cual sería necesario para responder a la promesa de Open banking de permitir servicios de pagos.
El tema de protección de datos personales es piedra angular en la arena de banca abierta, sin embargo, aún cuando es tema considerado en esfuerzos como PSD2 y GDPR, éstos han sido desarrollados de forma aislada, por lo que no hay puntos de coincidencia. Australia está también a la cabecera en este punto pues su autoridad de protección de datos (DPA) está estrechamente vinculada en los trabajos de definición del estándar CDR (Consumer Data Right Act).
Con la Ley Fintech, México se convirtió en uno de los pocos países, en tener un marco normativo para el modelo de open banking, ocupando e 7º lugar a nivel mundial en contar con este tipo de regulación; sin embargo, al incluir a más empresas respecto a otros países, el reto es mayor.
En septiembre 2019 venció el plazo para registrarse para solicitar autorización de la CNBV para operar como Fintech, sólo 85 empresas se registraron. La CNBV tiene hasta marzo 2020 para definir las reglas de operación de las APIs.
Open Banking nació con la intención de promover la competencia en el ámbito de pagos, sin embargo se está apreciando un impacto mucho mayor, al abrirse la posibilidad a otro tipo de servicios no financieros que puedan ofrecerse a partir de contar con los datos compartidos por los bancos.