Cuando fundamos Satoshi Tango, sabíamos que estábamos apostando a una transformación que recién estaba comenzando. Hoy, más de una década después, miro hacia adelante y pienso en cómo será el mundo cripto en 2030. Lo que antes se percibía como una alternativa o una promesa futurista, pasará a ser parte del funcionamiento natural de la economía.
La criptografía, los contratos inteligentes y la tokenización ya no estarán confinados a nichos tecnológicos: estarán en el centro de nuestra vida cotidiana. Y hay cuatro ejes que considero decisivos para entender cómo será ese futuro: la relación entre cripto y los activos tradicionales, el rol de los criptoactivos como medios de pago, la convergencia con la inteligencia artificial y el metaverso, y la consolidación de blockchain como un lenguaje universal de confianza.
Durante años, los activos financieros y los inmuebles fueron dominios reservados a quienes podían afrontar trámites engorrosos, costos de intermediación y requisitos de capital. En 2030, esto cambiará radicalmente. La tokenización transformará la compra y venta de activos tradicionales en procesos simples, rápidos y accesibles.
Imagino a una persona en Lima o en Córdoba comprando fracciones de un inmueble en Madrid o invirtiendo en un bono del Tesoro de Estados Unidos a través de un smart contract ejecutado en segundos. Lo que hoy requiere escribanos, firmas y burocracia, dentro de cinco años se resolverá en minutos con plena trazabilidad.
Aquí entran en juego los Real World Assets (RWA). El concepto, aún en expansión, será una de las revoluciones más profundas de esta década. Tokenizar bienes tangibles permitirá que cualquier inversor acceda a ellos de manera fraccionada y global. Los RWA abrirán la puerta a una diversificación real. La inversión dejará de ser un privilegio para convertirse en una posibilidad inclusiva y escalable.
Si bien hoy el uso de criptomonedas como medio de pago avanza de manera desigual, en 2030 será parte del paisaje cotidiano. Cripto será tan natural como usar una tarjeta de débito o un QR, con la ventaja de que funcionará de manera instantánea y sin fronteras.
Desde Satoshi Tango vemos que el turismo internacional será un terreno donde esto se haga evidente: un viajero podrá pagar un café en Lisboa, un taxi en México DF y un pasaje de tren en Berlín con la misma wallet, sin fricciones cambiarias ni comisiones abusivas.
Los comercios físicos y digitales integrarán pasarelas de pago cripto como parte de su operatoria diaria. La experiencia de usuario será invisible: la persona simplemente pagará, sin importar si detrás hay pesos, dólares, euros o stablecoins. El gran cambio será cultural: cripto ya no será “alternativo”, será lo más eficiente.
La visión de 2030 no es un sueño futurista, es un proceso que ya comenzó y que se acelera día a día. Desde nuestro lugar siempre entendimos que cripto no era solo especulación financiera, sino un cambio estructural en la forma en que entendemos el valor y la confianza.
Por Matías Bari, CEO de Satoshi Tango








