“El Cristo es para nosotros un ícono muy importante para el turismo y el objetivo del trabajo realizado es que recupere el brillo de antaño, cuando era considerado un faro en los cerros que los tucumanos y los turistas podían observar cada noche”, destacó el presidente del Ente Tucumán Turismo, Sebastián Geobellina.
“Es satisfactorio coronar de esta manera el esfuerzo de todo el sector turístico”, agregó, y precisó que “los trabajos consistieron en la refacción del edificio, tanto interna como externa, y en la iluminación”.
El gobernador tucumano, Juan Manzur, señaló durante la inauguración de las obras que “es necesario revalorizar este monumento, que es uno de los diez más grande en su tipo en todo el mundo”.
El Cristo, una espectacular obra del escultor tucumano Juan Carlos Iramain, que fue encomendada por el gobierno tucumano en 1938 e inaugurada en 1942, tiene una altura de 28 metros y levanta su brazo derecho en signo de bendición.
La figura de Cristo en actitud bendicente significó un cambio en la fisonomía de la montaña y brindó una imagen de protección sobre toda la provincia.
Según señalan los historiadores tucumanos, su construcción demoró cuatro años porque debió hacerse por partes y el traslado total de las piezas para el armado final en San Javier, ubicado a más de 20 kilómetros de la capital tucumana, demoró alrededor de un año.
Este monumento tucumano es el cuarto más alto del mundo detrás del Cristo de la Concordia, en Cochabamba, Bolivia (38,20 metros); el Cristo Redentor, de Río de Janeiro (38 metros); y el Cristo del Otero, en España (30 metros).
La obra fue restaurada por una comisión integrada por el Ente Tucumán Turismo, la Facultad de Bellas Artes y la Cámara de Turismo, acompañados por la Comisión de Turismo de la Legislatura provincia.
Los trabajos incluyeron hidrolavado del monumento, sellado de fisuras y mapeados, pintura total, arenado y limpieza del basamento de piedra, limpieza parcial y final de la obra e iluminación.
Cada etapa, supervisada por la Facultad de Artes, de la UNT, institución que fue la encargada, además, de hacer un diagnóstico previo para llevar adelante los trabajos que permitieron dejarlo como si fuese nuevo.
“Además de ser un ícono para San Javier, Tucumán y el norte argentino, el Cristo es una señal del impulso que se le busca darle al turismo porque no es una casualidad que a esta obra inaugurada hace 74 años se lo pone en valor nuevamente”, expresó Héctor Viñuales, presidente de la Cámara de Turismo.
“El Congreso Eucarístico y los festejos por el Bicentenario, junto a una sumatoria de acciones que venimos desarrollando entre el sector público y privado, le están dando al turismo el lugar que le corresponde”, remarcó.
Por su parte, Leonardo Iramain, hijo del escultor tucumano, sostuvo que “el arte, especialmente cuando representa un motivo religioso, tiene que ser algo venerado y conservado”.