China deja de tener interés sobre América Latina

Después de 15 años de una excelente relación entre China y América Latina, en donde los flujos comerciales se multiplicaron por 22, el vínculo entre estos dos titanes emergentes cambia de rumbo. El insaciable apetito de Pekín por las materias primas de Latinoamérica se ha terminado y ha dejado malherido al nuevo mundo, que busca, en medio de una recesión económica, algo que estimule el desarrollo.

El distanciamiento comercial del gigante de Oriente —aderezado con la caída del precio de las materias primas y el cambio de política monetaria en varios países ricos— ha dejado tocado al producto interior bruto (PIB) latinoamericano en 2015, con una caída del 0,1%, el primer dato negativo desde 2009. “América Latina necesita transformarse estructuralmente para seguir siendo un mercado atractivo para China”, dice Mario Pezzini, director del centro de desarrollo de la OCDE.

El reto que propone el organismo internacional no es sencillo. La región requiere políticas decididas de diversificación productiva, mejora de calidad de bienes y servicios y una integración regional, resume Ángel Melguizo, jefe de la unidad para América Latina de la OCDE.

China se encuentra en un momento de transición caracterizada por un menor dinamismo en el crecimiento y una mayor dependencia del consumo interno. Dicho cambio está acompañado de un envejecimiento demográfico, una mayor urbanización y un aumento continuo de los hogares de renta media, reza el estudio Perspectivas Económicas de América Latina 2016 publicado por la OCDE. “Esta nueva realidad puede ser beneficiosa para los países de Latinoamérica”, afirma Jorge Sicilia, economista jefe del BBVA. El país asiático se ha convertido en parte fundamental para el subcontinente: es el segundo socio comercial de la región, detrás de EE UU, pero a nivel individual es el principal aliado de Brasil, Chile y Perú y segundo de México, Venezuela y Argentina.

El reequilibrio de China traerá una recomposición del consumo y abrirá nuevas oportunidades para las exportaciones latinoamericanas, sobre todo en algunos sectores como el agroalimentario. La población del gigante asiático supone el 19% de los habitantes del mundo, sin embargo, el país solo dispone del 7% de la tierra cultivable y 6% de las reservas hídricas, lo que supone que la ingente demanda de alimentos no podrá ser satisfecha solo por su producción interna, subraya el análisis de la OCDE. “A esto hay que añadir que el país está experimentando cambios en su hábitos de consumo alimentario debido al proceso de urbanización y a la consolidación de una clase media [que podría llegar a los 1.000 millones de personas en 2030]”, detalla el estudio.

Durante la próxima década China aumentará su consumo per cápita de azúcar, carne de ave y ovino alrededor de un 20%, según las estimaciones de la FAO. Al mismo tiempo, la demanda de productos como el pescado, los aceites vegetales, las frutas, verduras, la leche y la carne de ternera subirá entre un 10% y un 20% en los siguientes 10 años. Para aprovechar esta solicitud de alimentos, los gobiernos de América Latina deberán dar a sus empresas un mayor valor añadido y tendrán que persuadir a China para que demuela las barreras no arancelarías como las medidas sanitarias sobre productos semiprocesados a base de materias primas, lo que limitan las exportaciones, recomienda la OCDE. “Si las empresas agrícolas latinoamericanas quieren llegar al consumidor chino con productos finales, necesitan suscitar interés así como crear reconocimiento de marca y de país”, detalla Melguizo.

Las oportunidades de América Latina en China van más allá de los alimentos. La transformación de Pekín requiere de los servicios de gestión y atención al cliente, en diversos sectores, durante las 24 horas del día. Aunado a ello, los chinos han abandonado el campo para buscar empleo en las grandes ciudades. Este fenómeno implicará una nueva planificación urbanística y una gestión medioambiental. América Latina incluso podría ofrecer servicios médicos a una población que envejece de forma acelerada. En 2011, según la aseguradora Allianz, en el país asiático había 19 personas de 60 años o más por cada 100 ciudadanos chinos en edad de trabajar. Para 2050, la expectativa es que la proporción llegue a 64 de cada 100.

 

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