La creciente influencia de la IA en la vida diaria y en las decisiones gubernamentales genera tensiones globales relacionadas a la soberanía digital. Dos casos recientes que visibilizan esta problemática son la disputa entre Elon Musk y Brasil y la decisión de OpenAI de bloquear el acceso de desarrolladores de China continental y Hong Kong.
Estos episodios no solo demuestran el impacto de las redes sociales y los sistemas de IA extranjeros en las naciones, sino que también abren el debate sobre la necesidad de desarrollar algoritmos soberanos basados en estándares locales.
“Cuando hablamos de algoritmos soberanos hacemos referencia a operar o tomar decisiones en base a principios de soberanía digital. Es decir, que un gobierno, una comunidad o incluso una empresa es la generadora de su tecnología, de plataformas o de sus propios datos. Puntualmente en el caso de un algoritmo soberano es un procedimiento operado bajo las leyes de la nación o los principios éticos de la organización”, explica Gastón Gugliotta, Gerente General de Streambe.
En esa línea, la principal diferencia con un algoritmo tradicional radica en el control. Al desarrollar un algoritmo soberano o propio, son las propias entidades locales y no las extranjeras las que resguardan la seguridad de los datos utilizados. Por lo tanto, quienes apliquen este tipo de algoritmos se protegerán de cualquier control y sesgo que puedan surgir del desarrollo realizado por instituciones globales que operan en otras regiones.
Los analistas esperan que la IA revolucione la economía global de la misma manera que lo hizo Internet hace algunas décadas. La firma internacional Statista prevé que el tamaño de este mercado alcanzará los 184.000 millones de dólares en 2024. Además, esperan una tasa de crecimiento anual del 28,46 %, lo que dará como resultado un volumen de mercado de 826.700 millones de dólares para 2030.
El impacto será tan grande que ningún país quedará afuera y por ese motivo los especialistas empiezan a preguntarse cómo harán los países para garantizar su soberanía digital. “Si con el avance de la IA las empresas incrementan la compra de modelos ya entrenados, deberán están atentas a conocer el origen, transparencia, calidad, y sesgo subyacente de la información con el que se los entreno”, reflexiona Gugliotta.
Trabajar con IA sin pensar en los algoritmos que impulsan esa tecnología no es bueno ni malo en sí mismo sino que todo dependerá del trabajo que se haga y cómo puede afectar o no a la solución que se busca brindar.
Las disputas entre Elon Musk y Brasil y OpenAI y China serán solo las primeras de varias que ocurrirán en los próximos años. Los algoritmos y la IA transformarán tan rápido las sociedades que los debates sobre cómo regular e implementar esta tecnología y los datos que utiliza se darán en todas las regiones del planeta.
Fuente: Streambe