La evolución y consecuente avance de la IA en los últimos años es incuestionable, y su aplicación en el mercado corporativo es creciente y ya está dando resultados. El potencial de ganancia de productividad y eficiencia que ofrece esta tecnología ha llevado a empresas de diferentes sectores de todo el mundo a intensificar su foco en esta innovación, estudiando posibles usos y aplicabilidad en los más diversos ámbitos.
Desde la atención al cliente hasta el mapeo del comportamiento del consumidor y la integración con sistemas de gestión tradicionales, la tendencia es que el uso de la IA esté cada vez más presente en todo el mundo y, obviamente, también en el mercado latino.
A medida que la inteligencia artificial evoluciona y avanza, es natural que surjan preguntas y debates sobre su desarrollo, uso e implementación, a esto se suma una serie de cuestiones éticas, legales y de seguridad de datos relacionadas con la IA que también es necesario debatir.
En este contexto, es necesario comprender que es hora de incluir la regulación de la IA en la agenda. No estoy diciendo aquí que se trate de una cuestión sencilla. Varios países del mundo, incluyendo países latinos como Argentina, Colombia y México, han debatido el proceso de creación de una legislación que regule el uso y desarrollo avanzado de la Inteligencia Artificial.
Uno de los factores que hace que el proceso de regulación de esta tecnología sea tan complejo es el hecho de que la IA ha traspasado los muros del mercado tecnológico y ya ha penetrado en los más diversos segmentos, como el comercio minorista, la educación, la salud, los mercados financieros, el marketing, etc. En otras palabras, además de definiciones amplias de mercado, la legislación también debe cubrir usos y aplicaciones específicos para cada sector ya afectado por esta tecnología.
Otro factor que se observa es que la adopción de esta tecnología avanza con diferente intensidad en cada segmento, influenciado por factores como la madurez digital de cada mercado. Por lo tanto, para que se elabore una legislación que regule el uso de la Inteligencia Artificial, es imprescindible la contribución e implicación de diferentes agentes, ya sea en el establecimiento de estándares viables o en el seguimiento y apoyo al organismo regulador central. Además, los especialistas del sector también pueden opinar y contribuir para que la legislación no perjudique o afecte a la investigación y el desarrollo de esta tecnología, reconociendo las particularidades de su segmento.
No hay duda de que todavía quedan muchas preguntas abiertas. Alcanzar un denominador común para crear estándares de IA en los países puede llevar algún tiempo y ciertamente requerirá adaptaciones y ajustes a lo largo del camino. Sin embargo, la colaboración de todo el mercado y la sociedad será fundamental para este proceso. Al fin y al cabo, la regulación de la IA afectará a las grandes empresas de tecnología, a los desarrolladores, a las empresas y, en consecuencia, al consumidor final. Estamos al inicio de un camino que, a pesar de ser complejo, es necesario recorrer.
Por Marcelo Eduardo Cosentino, vicepresidente de Negocios para Segmentos de TOTVS