Hablar de dinero ya no es solo hablar de números, es hablar de decisiones más conscientes, de herramientas que empoderan y de plataformas que están transformando desde la raíz la forma en la que interactuamos con nuestras finanzas.
Las fintech no solo han democratizado el acceso a servicios financieros; están redefiniendo la relación entre las personas y la administración de su dinero.
Esto ha sido posible gracias a la digitalización de la banca, que ha permitido trasladar procesos antes reservados a las sucursales físicas hacia entornos en línea, más simples, inmediatos y transparentes. Hoy, una cuenta, un crédito o una inversión pueden gestionarse desde el teléfono con la misma seguridad que en una institución tradicional, pero con la ventaja de que el usuario tiene el control total en la palma de su mano.
Gracias a la digitalización de la banca, las plataformas digitales financieras han dejado de ser una promesa para convertirse en una extensión del estilo de vida moderno. Consultas en tiempo real, presupuestos automatizados, inversión desde el celular o acceso a microcréditos son apenas la punta del iceberg. Pero ¿quién está detrás de esa transformación?
Para Ernesto García, CEO de AurumCore, la respuesta es clara: “La inclusión financiera no empieza cuando una persona descarga una app, sino cuando una empresa tiene la posibilidad real de construir esa app para acercar los productos financieros digitales a las personas. Ahí es donde intervenimos”.
El éxito de una fintech no depende únicamente de la creatividad de su producto, sino de su capacidad para implementarlo con agilidad, escalar y adaptarlo al usuario final. Un enfoque modular permite que empresas puedan probar, lanzar y ajustar soluciones sin comprometer tiempos ni presupuesto. Esto las convierte en habilitadoras clave para acelerar la bancarización y diseñar productos más conectados con las verdaderas necesidades humanas.
La digitalización ha hecho posible que este modelo sea escalable. En lugar de construir desde cero, las empresas ahora pueden integrar módulos ya desarrollados –pagos, validación de identidad, emisión de tarjetas o gestión de datos– y enfocarse en innovar sobre esa base. Esto no solo reduce costos, sino que acelera la llegada de nuevas opciones al mercado, expandiendo el acceso a más sectores de la población.
La digitalización bancaria ha transformado la manera en que las personas aprenden sobre dinero. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), aproximadamente el 50 % de la población mayor de 18 años no tiene acceso a servicios financieros formales. Este dato, respaldado por la Asociación de Bancos de México, refleja que más de la mitad de la población adulta no está bancarizada.
Para los actores del ecosistema financiero, el foco ya no debe estar únicamente en lo que las fintech hacen, sino en cómo lo hacen posible. Las historias detrás de cada desarrollo tecnológico también son historias de inclusión, de ingenio colectivo y de un nuevo contrato social entre las personas y el dinero.
La nueva relación con el dinero no se construye únicamente con educación financiera, sino con acceso digital. Y ese acceso es el puente más directo entre la innovación tecnológica y la inclusión económica.
Fuente: AurumCore








