La OCDE redujo al 2,4 % su previsión de crecimiento económico de Colombia para este año, muy por debajo del 3 % que espera el Gobierno, por el impacto esencialmente del hundimiento de los precios del petróleo, y también corrigió a la baja sus cifras de 2017, al dejarlas en el 3 %.
En su informe semestral de Perspectivas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) modificó las estimaciones que había hecho en noviembre pasado para Colombia de cara a 2016 (3 %) y a 2017 (3,3 %), en el capítulo que le dedica como país en vías de acceso.
Los autores del estudio lo explicaron por el hundimiento desde 2013 del valor de las exportaciones de petróleo y de carbón, que representan dos tercios de las ventas en el exterior, y que han arrastrado en su caída el tipo de cambio del peso colombiano y aumentado el déficit fiscal.
Además, la intensificación del fenómeno climático de El Niño está afectando a la agricultura y a la generación de electricidad, lo que con su efecto inflacionista redundan negativamente en la confianza del consumidor, en el consumo privado y en la creación de empleo.
A ese respecto, el conocido como el “Club de los países desarrollados” señaló que la inflación subió a casi el 8 % a mediados de 2015 y auguró que el índice de precios al consumo se situará de media en el 6,9 % este año (fue del 5 % el pasado) y en el 4 % el próximo.
Las exportaciones, que sufrieron el choque de las materias primas y se redujeron en los dos pasados años, deberían empezar a recuperarse en 2016 y 2017, con ascensos del 1,1 % y del 2 %, respectivamente.
En cuanto al estado de las finanzas públicas, el déficit de la balanza por cuenta corriente seguirá en niveles elevados, del 6 % en 2016 y 5,5 % en 2017, pero sin alcanzar el pico de 2015, cuando llegó al 6,4 % del producto interior bruto (PIB).
El organismo estimó que los recortes en el gasto público anunciados por el Gobierno están adecuadamente perfilados para que su impacto social sea suave.
Pero añadió que a medio plazo lo que hace falta es una reforma fiscal global para estabilizar la recaudación, habida cuenta de la dependencia de los ingresos de la volatilidad de las materias primas, y también para poder llevar a cabo unas políticas sociales más incluyentes.
También vio “esenciales” reformas estructurales que mejoren las infraestructuras públicas y la productividad y permitan que el progreso económico esté más repartido.
A ese respecto, la organización habló de suprimir las barreras que obstaculizan la entrada de nuevas empresas dinámicas e innovadoras o de ampliar el acceso a la formación como instrumento para impulsar la productividad del trabajo y reducir las desigualdades de ingresos.
En esa línea, la OCDE hizo hincapié en que las políticas que ataquen la dualidad del mercado laboral, creen empleos de calidad, reduzcan la fractura entre géneros y la informalidad del trabajo contribuirán a reforzar el crecimiento económico a través de la demanda doméstica, además de reducir las desigualdades.