Por Natalia Vega, Country Manager para Chile y Perú de IDC
La brecha de género en la industria científica y TI continúa siendo profunda. Según datos de la Unesco, la presencia de las mujeres en la investigación científica alcanza, a nivel mundial, menos del 30% del mercado laboral.
En Chile, en tanto, según datos del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, las mujeres que optan por estudiar una carrera enfocada en la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), sólo llega a una de cada cuatro. El año pasado, por ejemplo, sólo el 9% de las matrículas en ingeniería eléctrica correspondió a mujeres. Hoy, en tiempos marcados por la equidad de género, es imprescindible continuar abriendo espacios que rompan con los estereotipos de género para que se difunda el valor que entregan las mujeres a la ciencia y tecnología.
Las niñas y adolescentes de hoy tienen la oportunidad de acortar esa brecha, y sus padres, juegan un rol fundamental en este camino de equidad. Para romper con el paradigma del rol de la mujer en la sociedad, en primera instancia debemos poner punto final a conceptos tan simplistas como los colores y los juguetes que identifican a cada sexo, celeste para ellos, rosado para ellas: legos y automóviles para los niños, muñecas y juegos de cocina para las niñas.
El siguiente paso se da en el colegio, y gracias al alcance de Internet y el acceso a herramientas tecnológicas, la oportunidad para igualar la cancha está en nuestras manos. Si a eso sumamos la campaña del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación y el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, “Más Mujeres en Ciencias”, podemos prever un futuro prominente.
La última etapa, quizás la más compleja, es conseguir abrir más espacios laborales para ellas en el campo de las ciencias y la tecnología; un área que como lo demuestran las cifras, está marcada por una cultura que cada día se observa involutiva. Si las competencias entre hombres y mujeres son las mismas. Si los conocimientos que adquieren ambos géneros son iguales, no existe ninguna justificación racional para continuar profundizando una brecha que ya, hace mucho, dejó de ser digital.