Millones de usuarios entregan a cada segundo sus datos personales, correos, contactos, rostros, iris, pulgares, contraseñas, ubicaciones, fotos y tantos otros datos a aplicaciones y compañías en línea. Se estima que más de 2.000 millones de usuarios tienen descargado WhatsApp e Instagram, unos 1.200 millones.
Entonces, podríamos preguntarnos: ¿Cuánta información tienen estas empresas de nosotros? ¿Y los bancos? ¿Es seguro que tengan tanta información nuestra? ¿Qué pasa si hay un hackeo o un empleado desleal?
Pero más allá de la seguridad, cada vez hay más personas conscientes de la importancia de preservar la privacidad. Conocidos como “anónimos digitales”, son aquellos que eligen no tener redes sociales, o de usarlo lo hacen a través de seudónimos y avatares. Incluso, en esta época en donde se normalizó el home office que posibilita trabajar para cualquier parte del mundo sin necesidad de presencia física, muchos nunca tuvieron contacto personal con sus empleadores, jefes o clientes.
“Suele suceder mucho en el mundo del IT (tecnología), en el que son muy conscientes de la privacidad. Algunos hasta van más allá, y casi no usan cuentas bancarias, tarjetas de crédito, aplicaciones de pago y solo se manejan en efectivo para no dejar rastros en el sistema”, cuenta Ramiro Raposo VP de Growth de Bitwage.
Se trata de la «economía barrani», bautizado así por Carlos Maslatón, que hace referencia a aquellos negocios o transacciones que se hacen de manera no registrada, usando solo efectivo. Es así como muchos reciben sus honorarios en criptomonedas en billeteras descentralizadas que luego cambian por efectivo en “cuevas criptos” o en el mercado conocido como P2P.
“Sin duda, uno de los grandes beneficios de la red de Bitcoin como otras criptomonedas descentralizadas, además de la seguridad, es la privacidad”, asegura Raposo de Bitwage.
Fuente: Bitwage