Después de 5 años, los bancos argentinos retomaron en abril la oferta de créditos hipotecarios. Se trata de préstamos para comprar inmuebles destinados a vivienda, que se ajustan por inflación, ya que están expresados en Unidades de Valor Adquisitivo (UVA). Esta es una opción que había sido suspendida, entre otras cosas, debido a la falta de rentabilidad: la alta inflación solía superar las tasas de interés, haciendo prácticamente imposible la recuperación de los préstamos por parte de los bancos.
Podríamos decir que la coyuntura de las últimas décadas contribuyó a definir a la Argentina como un país que se acostumbró a la anormalidad de vivir sin créditos. La realidad es que, en países con mayor estabilidad, este tipo de financiamiento en el que el sector privado busca ganancias y financia inversiones a través del mercado de capitales, es común y funciona como el motor de la economía.
Por ejemplo, en Estados Unidos prácticamente no existen compras de viviendas financiadas sin recurrir a una hipoteca; éstas representan el 70% del crédito al consumidor en el país. En efecto, los créditos hipotecarios constituyen el sector financiero más grande de Estados Unidos. Según datos de Statista, en el tercer trimestre de 2023, el valor total de las hipotecas en Estados Unidos fue de aproximadamente 444 mil millones de dólares.
Por lo tanto, con un pronóstico de mejora económica en Argentina, los créditos hipotecarios emergen como instrumentos financieros clave, comunes a cualquier país desarrollado, ya que fomentan el dinamismo económico. Esta iniciativa es entonces una gran noticia, y el hecho de que las entidades financieras se sientan lo suficientemente sólidas como para prestar dinero a largo plazo es prueba de la confianza y expectativa de baja de la inflación.
Tras años de inactividad en el mercado inmobiliario, la revitalización de los créditos marcará un avance en este sector. Por definición, cuando hay más crédito, aumenta el valor de las propiedades, porque aumenta la demanda. Esta es una tendencia que ya se está empezando a materializar: según el último informe de Zonaprop, el precio medio por metro cuadrado en la Ciudad de Buenos Aires registró el mayor incremento mensual desde abril de 2018 y, según datos del Colegio de Escribanos de la Ciudad, la cantidad de escrituras de compraventa de inmuebles en diciembre de 2023 aumentó un 7.2% en comparación con diciembre de 2022.
Por un lado, los créditos son una forma de democratizar el acceso al mercado inmobiliario, tanto para vivir como para invertir. A su vez, el regreso de este tipo de instrumentos financieros implica que nuestro país empiece a recuperar su atractivo para inversores, y no solo para los argentinos. Veo a futuro como, ante la expectativa de recuperación, se retroalimente un ciclo positivo en el que Argentina empiece a pertenecer de vuelta al mundo, insertándose en el mercado laboral.
Ya son 15 las entidades financieras argentinas que ofrecen la opción de otorgar créditos hipotecarios. Por lo tanto, es importante evaluar la conveniencia de cada crédito en relación a la capacidad de devolución a largo plazo y la estabilidad de los ingresos personales. Al ser una opción nueva y atractiva, es común que muchos se abalancen sin pensarlo, pero no hay que olvidar que se está asumiendo una deuda y el préstamo implica atarse al pago de intereses por un tiempo relativamente prolongado. En este sentido, la mayoría de los especialistas coinciden en que lo mejor es esperar un par de meses más, principalmente para confirmar la tendencia de baja de la inflación, pero ante todo, actuar con responsabilidad financiera.
Ya estamos un paso más cerca de alcanzar el inmenso potencial que todos sabemos que Argentina tiene. Sin embargo, considero que todavía hacen falta una serie de medidas y leyes que realmente protejan a los inversores. Es fundamental que sientan que hay un cumplimiento riguroso de los contratos y una sólida protección a la propiedad privada. Estas medidas, en definitiva, contribuirían a mejorar el valor de Argentina como país en todos los sentidos, generando un entorno más seguro y atractivo para las inversiones tanto nacionales como extranjeras.
Por Sofía Gancedo, Licenciada en Administración de Empresas por la Universidad de San Andrés y máster en Economía de Eseade.