Chile reforma sus leyes de ciberseguridad

En la actualidad, prácticamente todas las actividades humanas dependen de sistemas digitales. Por eso, contar con una infraestructura segura, no es solo una necesidad operativa, es un pilar para la confianza pública, la resiliencia institucional y la autonomía tecnológica de un país.

En la actualidad, prácticamente todas las actividades humanas dependen de sistemas digitales. Por eso, contar con una infraestructura segura, con normas claras para proteger los datos personales y garantizar la continuidad de los servicios esenciales no es solo una necesidad operativa: es un pilar para la confianza pública, la resiliencia institucional y la autonomía tecnológica de un país.

En este contexto, Chile ha dado un paso significativo con dos reformas clave: la Ley Marco de Ciberseguridad (Ley N° 21.663) y la Ley de Protección de Datos Personales (Ley N° 21.719).

Más que imponer exigencias a “servicios críticos” de forma genérica, la Ley Marco de Ciberseguridad adopta un enfoque estructural, identificando sectores esenciales y críticos a partir de los prestadores de servicios esenciales (PSE) y los operadores de importancia vital (OIV). Esta clasificación obliga a pensar en términos de ecosistemas estratégicos que sostienen la vida diaria y el funcionamiento del país.

Sin embargo, persisten zonas grises en la definición de ciertos sectores, como los prestadores de servicios digitales, que requieren de forma urgente una interpretación adaptada a la realidad nacional, lo que no necesariamente implica que será idéntica a la normativa europea.

La aplicación de ambas leyes exige una coordinación efectiva y sostenida entre los equipos legales, de TI, de ciberseguridad y de cumplimiento. No basta con que cada área actúe por separado. Se requiere un trabajo conjunto que promueva el intercambio ágil de información, la alineación de criterios y el establecimiento de una gobernanza integral capaz de anticipar riesgos, prevenir incidentes y activar respuestas rápidas y coordinadas cuando estos ocurran.

Aunque los reportes a las autoridades sean de naturaleza distinta y deban realizarse por separado y en plazos diferentes, la comunicación temprana y constante entre los equipos es clave. Luego, cada uno asume el liderazgo que le corresponde en su ámbito.

Estas normativas deben entenderse como complementarias. La ciberseguridad busca prevenir intrusiones y proteger los sistemas que sostienen la operación de las organizaciones, mientras que la protección de datos se orienta a garantizar que la información de las personas naturales sea tratada de manera legítima. Frente a incidentes como filtraciones o accesos indebidos, la respuesta debe ser integral, combinando medidas técnicas y acciones jurídicas.

Por Antonia Nudman, Asociada Senior de az Tech

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Noticias relacionadas
Total
0
Share