El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se reunió este lunes con su homólogo de Cuba, Raúl Castro, en el segundo día de una histórica visita a la isla que busca sellar el acercamiento entre los otrora rivales de la Guerra Fría.
Luego de un breve tour por el enorme monumento al héroe cubano José Martí, Obama y Castro empezaron, muy sonrientes, su tercera reunión cara a cara al interior del Palacio de la Revolución, ubicado en una explanada decorada con relieves de los guerrilleros Ernesto «Che» Guevara y Camilo Cienfuegos.
Una visita del presidente de Estados Unidos al corazón del poder político cubano, durante décadas abiertamente antiestadounidense, habría sido impensable antes de que los viejos enemigos acordaran, a fines del 2014, acabar con más de medio siglo de agresiones diplomáticas recíprocas.
«Nuestra intención siempre ha sido conseguir el puntapié inicial, sabiendo que el cambio no iba a suceder de la noche a la mañana», dijo Obama en una entrevista que ABC News transmitirá el lunes. «Nos pareció que viniendo (a Cuba) podría maximizarse nuestra capacidad para impulsar más cambios».
En abril del año pasado Obama y Castro tuvieron un primer tête à tête de media hora en la Cumbre de las Américas en Panamá. Cinco meses después volvieron a juntarse durante la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York.
A pesar de haber relanzado sus vínculos bilaterales, Washington y La Habana aún mantienen profundas diferencias. Las autoridades cubanas consideran el embargo económico impuesto por Washington en 1962 como el principal obstáculo hacia la normalización total de sus relaciones.
Cuba exige, además, la devolución del territorio donde se levanta una base naval estadounidense en la bahía de Guantánamo, así como el cese de transmisiones de radio y televisión dirigidas a su territorio.
En su último año en el poder, y con las amenazas de algunos aspirantes republicanos a la Presidencia de romper relaciones con Cuba, Obama está decidido a que no haya vuelta atrás en el proceso de normalización de ambos países, apenas separados por 145 kilómetros pero enfrentados por décadas.